"La Historia de Mona: 1965-1983"

(Traducción de Cortesía)

("La historia de Mona: 1965-1983", fue publicada en 1985 y se encuentra en este link con el permiso correspondiente. Los derechos de autor son propiedad de Baha'i Canada Publications, bajo los auspicios de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá'ís de Canadá.)


MONA MAHMUDNIZHAD – 1965-1983

Mona Mahmudnizhad,  joven estudiante de secundaria,  se encontraba entre varias decenas de Bahá’ís,  incluyendo adolescentes, que fueron encarceladas en el otoño de 1982 por las Autoridades Revolucionarias Islámicas en la ciudad iraní de Shiraz a causa de su Fe.

Los prisioneros, entre ellos Mona, soportaron meses de abusos, interrogatorios y torturas por parte de los jueces islámicos y sus guardias revolucionarios, quienes trataron de obligarlos a renunciar a su religión. Todos se negaron, y diez de las mujeres, incluida Mona, fueron secretamente sentenciadas a morir en la horca el 18 de junio de 1983. En un último esfuerzo para romper su voluntad, las autoridades ahorcaron a las mujeres una a una mientras forzaban a las otras a observar.

Mona  pidió ser la última en ser ejecutada para poder orar por la fortaleza de cada una que fuera colgada antes que ella. Cuando llegó su turno, besó la cuerda y puso la soga alrededor de su propio cuello.

Fue detenida junto a su padre, Yad'u'llah Mahmudnizhad, quien fue ahorcado el 12 de marzo de 1983, tres meses antes que ella.

 A continuación se presenta una breve reseña de la vida de Mona Mahmudnizhad, su  encarcelamiento y ejecución, basada en los relatos de familiares, amigos y compañeras de prisión.

INFANCIA DE MONA

La vida de Mona comenzó el 10 de septiembre de 1965, en circunstancias difíciles. Su padre, Yad'u'llah Mahmudnizhad, era un dedicado Bahá’í que dejó su cómoda casa en Irán para servir comopionero Bahá’í en la República Democrática Popular de Yemen, en el extremo suroeste de la península Arábiga.

Cuando nació Mona, Yemen estaba bajo alerta militar, con los caminos controlados por guardias armados. Como los Mahmudnizhad vivían en el campo, donde no había ningún hospital, tuvieron que viajar a Adén, la capital de Yemen, para asegurar que Mona nazca de forma segura. A pesar de que el viaje en sí era largo y arduo, y el automóvil fue detenido y meticulosamente revisado en numerosos controles de carretera, llegaron a tiempo al hospital.

Mona fue la segunda hija nacida de Yad'u'llah y Farkhundeh Mahmudnizhad, y trajo gran alegría a la familia. Su primera hija, Taraneh, tenía ya siete años de edad y sus padres a menudo oraban por otra criatura. Mona pasó sus primeros cuatro años en Yemen, la mayor parte sin incidentes y llena de gran amor por su familia.

En una ocasión, mientras estaba gateando, ella casi muere por envenenamiento accidental. Cuando estaba fuera de peligro y fue dada de alta del hospital, comenzó a agitar las manos y a bailar con la música que su padre estaba escuchando, para gran alivio de todos. A los dos años, fue atropellada por un coche y arrojada a la acera. Ella se levantó y pronunció las únicas palabras duras que conocía, "Eres malo", y luego se desmayo antes de ser llevada al hospital. Por la gracia de Dios, no sufrió lesiones graves y se recuperó pronto.

Mona probablemente habría crecido en Yemen si el  gobierno no hubiese expulsado a todos los extranjeros en 1969. Aunque Yad'u'llah Mahmudnizhad deseaba permanecer como pionero, fue obligado a regresar a Irán, pasando dos años en Isfahan, seis meses en Kirmánsháh ytres años en Tabriz antes de asentarse finalmente en Shiraz, una ciudad preciosa para los Bahá’ís, ya que es el lugar de nacimiento de la Fe y la casa de una de sus dos Manifestaciones y Fundadores, el Bab. Corría el año 1974. Durante ese tiempo, su padre se dedicó a reparar pequeños electrodomésticos y sirvió a la comunidad Bahá’í como miembro electo y nombrado en diversas instancias administrativas. [1]

UNA NIÑA SENSIBLE

La familia de Mona era muy humilde y sensible, transmitiendo estos rasgos a Mona. Mientras que ella era sólo una niña de corta edad, ya estaba mostrando estas cualidades que más tarde inspiraron a que  fuera conocida, incluso en su temprana juventud, como el "Ángel de Shiraz". Cuando asistió a la escuela en Tabriz, por ejemplo, se volvió tan cercana a sus maestros que lloraba cuando ellos dejaban la escuela por alguna otra posición.

Cuando empezó el tercer grado en Shiraz, fue rápidamente reconocida como una excelente estudiante y era considerada una de las más destacadas de la escuela. Ella también tenía una bella voz y un amor genuino por los que la rodeaban, especialmente por los más pequeños, que a menudo se acercaban cuando llegaba a la escuela sólo para estar con ella.

Las cualidades especiales de Mona fueron muy apreciadas por su comunidad Bahá’í. Ella siempre completaba lo que le asignaban para las clases escolares Bahá’ís y a menudo se le pedía recitar poemas, cantar canciones o recitar oraciones en las Fiestas de 19 Días.[2] Cuando encontraba a personas que ella amaba, sus ojos se llenaban de lágrimas y corría a abrazarlos espontáneamente, entonces exclamaba en voz alta: "¡Oh, Dios mío, quiero abrazarte y estrujarte en mis brazos."

Memorias de una joven acerca de Mona a los 11 años:

La primera vez que conocí a Mona, estaba en su apartamento en el quinto piso de un edificio en el centro de Shiraz. La familia vivía en un apartamento de dos dormitorios. No sé por qué y cómo me sentía atraída por esa habitación simple, el cuarto de Mona. La decoración de la habitación era tan sencilla como pueda imaginarse, y lo único que me llamaba la atención, era una gran decoración en la pared hecha por Mona con los escritos bahá'ís. Se apreciaba claramente, incluso a esa edad temprana en la vida, cuán devota era a la Fe Bahá'í..

Para cuando Mona se convirtió en adolescente, ella ya era bien conocida en Shiraz, tanto por los jóvenes como por los adultos, tanto dentro como fuera de la comunidad Bahá’í. Ella se estaba convirtiendo en una mujer joven y hermosa, con el pelo largo, castaño y hermosos ojos verdes. También continuaba siendo excelente en sus estudios escolares, participando de clases Bahá’ís avanzadas con los estudiantes que a menudo eran de mucha más edad. Le iba bien, sin embargo; y era una de las mejores en la memorización de muchas oraciones y pasajes de los escritos Bahá’ís. El amor de Mona por la Fe era tan profundo que a menudo se despertaba en medio de la noche para rezar y meditar.

RELACIÓN DE MONA CON SU PADRE

Mientras el padre de Mona amaba profundamente a toda su familia, tenía un amor especial por ella y decía: "Mona es la criatura que yo he pedido a la Bendita Belleza me diera."[3] Los dos desarrollaron un vínculo profundo y crecieron juntos como Bahá’ís. En 1981, el Sr. Mahmudnizhad fue nombrado Miembro del Cuerpo Auxiliar[4] para la Provincia de Pars, y también fue elegido secretario de la Asamblea Espiritual Local de los Bahá’ís de Shiraz. Él era uno de los profesores más populares de la escuela Bahá’í. Los que lo conocían de cerca, decían que Mona solía mirar profundamente a los ojos de su padre en un estado casi meditativo y se comunicaba con él en silencio. Se le conocía como un hombre que siempre estaba sonriendo.

La humildad del Sr. Mahmudnizhad y su vocación de servicio se pueden ver en la siguiente historia: Cuando la familia se trasladó por primera vez a Shiraz, ellos lo consideraban un sueño hecho realidad. En Tabriz, habían orado fervientemente para poder visitar la Casa de El Bab, el lugar más sagrado para los Bahá’ís en Irán, y estábamos encantados de que fueran a vivir en la misma ciudad. Pero incluso cuando finalmente se encontraban viviendo en Shiraz, el Sr. Mahnudnizhad, todavía no sentía que había ganado el derecho a visitar la Casa de El Bab por su cuenta y le dijo a su familia: "Yo no voy a visitar la Bendita Casa del Bab a menos que Él mismo me llame".

Un día el señor Mahmudnizhad recibió una llamada telefónica y se le pidió ir a una dirección específica para reparar un aparato de televisión. El televisor, como se vio después, pertenecía a la madre de la cuidadora de la casa del Bab. Después de hacer el trabajo, el Sr. Mahmuznizhad estaba listo para irse cuando la mujer dijo: "¿No quieres a visitar la Bendita Casa? No hay nadie allí y voy a dejarte entrar"

 Así, de esta manera inesperada, el Sr. Mahmudnizhad había recibido la respuesta a su oración. Él había sido convocado a la Casa del Bab a proporcionar un servicio para la familia del cuidador. Más tarde le dijo a su familia que era el día más feliz de su vida. Caminó por el patio varias veces, y luego de subir y bajar las escaleras besando el borde de cada escalón, finalmente entró a la habitación donde el Bab declaró por primera vez Su misión e inclinó la frente en el suelo, sumergido en un éxtasis espiritual. Cada vez que él hablaba de esta visita con la familia o amigos, sus ojos se llenaban de lágrimas..

LA CRISIS EN IRÁN

Debido a la llegada al poder de los clérigos islámicos, la Revolución Islámica inauguró un nuevo período de severa represión contra la Fe Bahá'í. Los "mullahs", como es llamado el clero, habían calificado a los Bahá’ís como "infieles inmundos" en los tempranos comienzos de la religión en 1844, y han continuado incitando el prejuicio popular contra ellos a lo largo de todos los regímenes. Más de veinte mil Bahá’ís fueron condenados a muerte, a menudo después de bárbaras y públicas torturas, en todo el siglo 19 y en genocidios esporádicos en fechas tan recientes como 1955 y 1963, cuando los Bahá’ís fueron asesinados y centros Bahá’ís destruidos por las fuerzas combinadas del clero y el antiguo ejército del Shah.

Desde el momento en que El Bab declaro haber traído una nueva religión como la consumación del Islam, negaron incluso la posibilidad de cualquier otro mensaje de Dios después de Muhammad, a quien consideran como el "último profeta". Además, los clérigos musulmanes fanáticos resienten y temen profundamente a las enseñanzas modernas, de mentalidad científica y sociales de la nueva Fe, tales como la igualdad entre hombres y mujeres, su énfasis en la educación, sus actitudes de conciencia mundial, y en especial el hecho de que hace hincapié en la capacidad de cada hombre o mujer en particular para investigar y reconocer las verdades espirituales por sí mismos, sin la intervención de un clero.

En Shiraz, las persecuciones fueron especialmente graves. En 1978, las turbas destrozaron la casa de El Bab, y también prendieron fuego a las casas de varios cientos de Bahá’ís. Los acontecimientos tuvieron un profundo efecto tanto en Mona como en su padre. El 19 de noviembre de 1981, Mona y su padre visitaron la Casa del Bab, ahora casi completamente destruida, por última vez. Su madre relata que cuando regresó de la visita, ella le pidió su permiso para entrar en la casa, "sólo por esta vez", con sus zapatos puestos, ya que fueron cubiertos con el polvo de la casa del Bab. Ella le dijo, llorando, que quería escribir algo sobre su experiencia. Entró en su habitación y escribió un largo ensayo poético.

 A medida que la crisis de los bahá'ís empeoró, Mona tuvo muchos pensamientos perturbadores del destino que Dios tenía reservado para su padre y para ella misma. Tuvo un sueño en el que tanto ella como su padre fueron asesinados por su fe. Después del sueño, Mona añadió otra virtud a aquellas que ya poseía - intrepidez. En tanto las persecuciones empeoraban, ella habló y escribió a sus amigos acerca de la necesidad del coraje frente a sus perseguidores fundamentalistas, sin mostrar miedo a la muerte. Su padre reacciono de la misma manera. Cuando las autoridades islámicas prohibieron las reuniones públicas Bahá’ís, él, su esposa y Mona continuaron visitando a sus amigos Bahá’ís en sus hogares, a pesar de que estaban constantemente vigilados y acosado.

ALCANZANDO LA MADUREZ

La vida de Mona cambió el 10 de septiembre de 1980, cuando cumplió 15 años, la edad de la madurez espiritual en las enseñanzas Bahá’ís.[5] Mona ya había comenzado a seguir los pasos de su padre como maestro Bahá’í y quería enseñar a los niños pequeños, por quienes tenía un amor especial. Un año antes, había solicitado al Comité de Educación Bahá'í ser nombrada en uno de sus subcomités, pero fue rechazada porque aun no había cumplido 15 años y no se la consideraba lo suficientemente mayor para este servicio. Al recibir la noticia, se echó a llorar.

Cuando cumplió 15 años,  ella consideró que era su verdadero primer cumpleaños e inmediatamente se registro como joven Bahá’í y volvió a enviar su solicitud al Comité de Educación. Esta vez fue asignada a la Comisión de Educación Infantil y comenzó a enseñar clases de niños Bahá’ís, las que incluían el estudio de las grandes religiones, el desarrollo de las cualidades espirituales, alentando a los niños a poner sus talentos y la educación al servicio de sus semejantes y especialmente, aprender a apreciar la unidad y diversidad de la familia humana.

Su servicio a la Fe se aceleró en gran medida y pronto comenzó a causarle problemas. Pasaba tanto tiempo en actividades Bahá’ís que ella estaba teniendo dificultades para completar sus tareas escolares. En un momento dado, la presión fue tan grande que consideró renunciar a sus actividades Bahá’ís, pero no pudo hacerlo. Un día, cuando estaba particularmente cansada, le pidió a su padre que la ayudara. Élleyó para ella un pasaje de las Sagradas Escrituras que dice: "Los Profetas del pasado desearían estar vivos en este día para poder realizar un servicio". Mona de inmediato dejó de hablar de sus problemas y decidió que iba a llevar a cabo sus deberes en lo mejor de su capacidad. Incluso comenzó a caminar a la escuela en lugar de viajar en un autobús y ahorró suficiente dinero para comprar crayones de colores, cuadernos y lápices, que ella iba a dar como premio a los estudiantes durante la clase de niños. También escribió las oraciones en los folletos que daría a los niños para memorizar.

PERSECUCIÓN EN LA ESCUELA

La persecución de los Bahá’ís se extendió a todos los niveles de la sociedad. Si bien las autoridades islámicas tendían al principio a señalar sólo a los miembros más prominentes de la Fe para su detención y ejecución, la cancelación de las pensiones, el congelamiento de las cuentas bancarias y el despido laboral, ellos extendieron su represión, incluso a nivel de las escuelas mediante la expulsión de numerosos niños Bahá‘ís, especialmente los que asistían a la escuela secundaria y la universidad. Solamente se les permitía continuar sus estudios si negaban ser Bahá’ís. Los niños Bahá’ís, incluso cuando todavía se les permitía permanecer en la escuela, se vieron obligados a sentarse aparte en el fondo de sus salones de clase, como "infieles inmundos" y no se les permitía tocar a los otros niños. En una ocasión, un niño Bahá’í se vio obligado a lavar el piso de ladrillo de su salón de clases y fue enviado a casa con las manos sangrantes, porque se había negado a retractarse de su fe.

En Shiraz, un número de niños Bahá’ís habían sido expulsados y Mona esperaba que su expulsión llegara pronto también. Pero en lugar de temerla, la esperaba con entusiasmo, ya que entonces podría dedicar todos sus esfuerzos para la Fe. Cuando uno de sus amigos fue expulsado, dijo, "Bien por ti. Ahora podrás estudiar los libros Bahá’ís un año más. Oren para que yo también sea expulsada."

En el otoño de 1981 (su segundo año de escuela secundaria), se inscribió en un curso de literatura religiosa. Hasta ese momento, como la mayoría de los Bahá’ís en Irán, su libertad para hablar de su fe había sido siempre estrictamente restringida y se limitaba a informar y responder de maneraprivada a las preguntas de sus compañeros sobre el símbolo que llevaba en el anillo. Sin embargo, cuando la profesora de literatura le asigno a los estudiantes un documento sobre el tema: "el fruto del Islam es la libertad de conciencia y la libertad, quienquiera lo saboree es beneficiado," Mona derramó su frustración por haber sido silenciada en un conmovedor ensayo. Mientras que el papel que Mona escribió aún se encuentra en manos de las autoridades escolares, las notas que utilizó para escribir el papel se han recuperado:

 

"Libertad" es la palabra más brillante entre las palabras radiantes que existen en el mundo. El hombre siempre ha pedido y seguirá pidiendo libertad. ¿Por qué, entonces, se le ha privado de su libertad? ¿Por qué desde el principio de la vida del hombre no ha habido libertad? Siempre han existido personas poderosas e injustas que por el bien de sus propios intereses han recurrido a todo tipo de opresión y tiranía...

¿Por qué no me dan libertad para expresar nuestros objetivos en esta comunidad, para decir lo que soy y lo que quiero, y para revelar mi religión a los demás? ¿Por qué no me dan la libertad de expresión para poder escribir y publicar, o hablar por la radio y la televisión acerca de mis ideas? Sí, la libertad es un don divino, y este regalo es para nosotros también, pero ustedes no nos permiten tenerlo. ¿Por qué no me dejan hablar libremente como un individuo Bahá’í? ¿Por qué no quieren saber que una nueva religión ha sido revelada; que una nueva estrella radiante se ha elevado? ¿Por qué no hacen a un lado el velo espeso de sus ojos?

Tal vez usted realmente no cree que yo debería tener libertad. Dios ha concedido esta libertad al hombre. Usted, su siervo, no puede quitármela. Dios me ha dado la libertad de expresión. Por lo tanto, clamo y digo, "Su Santidad Bahá'u'lláh es la Verdad!" Dios me ha dado la libertad de expresión. Por lo tanto, en palabras claras, escribo "Bahá'u'lláh es Aquel a quien Dios ha manifestado! Él es el fundador de la religión Bahá'í y su libro es El Libro Madre..."

La apertura franca en su ensayo causó furor en la escuela. El director, que era considerado un musulmán fanático, llamo Mona a su oficina y le advirtió que ya no tenía derecho a hablar de la religión Bahá’í, mientras se encuentre en el área de la escuela, una prohibición que Mona obedeció..

 

EL SUEÑO DE MONA

Diez meses antes de su muerte, Mona tuvo otro sueño extraordinario que más tarde fue relatado por la familia y amigos. A continuación se presenta la versión transcrita de su diario.

Ella había estado haciendo oraciones con un pequeño grupo de amigos durante varias horas. Cuando se marcharon de su casa, se encontraba tan conmovida por las oraciones que fue a la sala y se sentó delante de una fotografía de 'Abdu'l-Baha[6], meditó en silencio y luego se quedó dormida.

En su sueño, ella vio la silla y el escritorio de Abdu’l-Bahá, con un florero sobre él, tal como en la imagen que tenía delante. Ella estaba muy feliz y dijo: "¡Qué feliz soy de ver su escritorio y su silla." En ese mismo momento vio a Bahá'u'lláh entrando a la habitación. La Bendita Belleza salió de una habitación contigua y sacó una caja que contenía una bella capa roja. La desenvolvió frente a ella, diciendo: "Esta es la capa del martirio en mi camino. ¿La aceptas?"

Mona se quedó sin habla de la felicidad. Por último, dijo, "Lo que Usted desee..."

Bahá'u'lláh puso nuevamente la capa en la caja y volvió a la habitación contigua trayendo con él una segunda caja, que contenía una capa de color negro la cual desenvolvió y dijo:

"Esta capa de color negro simboliza la tristeza en mi camino. ¿La aceptas?" Mona contestó: "¡Cuán hermosas son las lágrimas derramadas en Su camino!"

Puso la capa de nuevo en la caja y de nuevo volvió a la otra habitación, regresando con una tercera caja que contenía una capa azul elaboradamente moldeada del mismo diseño que las otras.

Sin una palabra de duda, puso la capa sobre sus hombros, y dijo: "Esta es la capa del servicio" Luego se sentó en la silla y le dijo a Mona: "¡Ven y tomate una foto conmigo!"

Mona estaba sin aliento y con asombro por las bondades derramadas sobre ella y casi no podía caminar. Ella levantó la vista y vio a un hombre sentado detrás de una antigua cámara fotográfica cubierta por una tela. Bahá'u'lláh repitió su indicación, pero Mona no se podía mover...

Entonces Bahá'u'lláh la tomó del brazo, diciendo: "Mehdi, tómanos una foto." Y tomó una foto de ellos juntos. El flash de la cámara la despertó bruscamente y Mona suplicó con lágrimas que se le permita terminar su sueño y se quedó dormida nuevamente. Bahá'u'lláh había salido de la habitación. Sólo el fotógrafo permaneció transportando el trípode y la cámara sobre su hombro como si fuera a salir. Se dio la vuelta y le preguntó a Mona si podía transmitir su amor a sus hijos. Pero Mona no sabía cual "Mehdi" era, ya que había muchas personas con ese nombre en la larga historia de la Fe y en su propia comunidad. Pero aún así se veía familiar para ella. "Mehdi" estaba atando afanosamente sus zapatos y se dio cuenta de que Mona no lo reconoció. Cuando salía de la habitación, se volvió y dijo: "Soy Medhi Anvari." Mona inmediatamente lo reconoció como uno de los Bahá’ís de Shiraz que recientemente habían sido martirizados.[7]

Comenzando a la edad de 13 años, Mona había empezado a soñar y escribir sobre la muerte de su padre de una manera sorprendente. Algunos de estos escritos se conservan ahora entre sus papeles..

EL ARRESTO DE MONA Y SU PADRE

Los meses siguientes al sueño de Mona con las capas, fueron tensos para la comunidad Bahá’í. Los arrestos y las ejecuciones de los Bahá’ís estaban teniendo lugar en todo el país. En Shiraz, el Ministerio Público había iniciado las detenciones en masa a finales de octubre de 1982. Si bien es casi una conclusión obvia que el padre de Mona sería arrestado por su servicio en la Asamblea Espiritual Local y del Cuerpo Auxiliar, pocos sospechaban que Mona también seria señalada.

La detención se produjo a las 19:30 horas del 23 de octubre de 1982. Mona estaba en casa con sus padres. Su hermana, Taraneh, quién estaba casada, ya no vivía con ellos. Cuando sonó el timbre de la puerta, Mona se encontraba estudiando para una prueba de inglés, su padre estaba escribiendo algunas letras en un cuaderno y su madre estaba haciendo tareas domésticas. Su padre abrió la puerta y cuatro guardias armados revolucionarios exigieron la entrada. Los guardias dijeron que fueron designados por el Ministerio Público de Shiraz para inspeccionar el hogar Mahmudnizhad.

Antes de que comenzara la búsqueda, Se le pidió a Mona que se pusiera su chador (velo islámico para cubrir la cabeza de las mujeres) y fue escoltada a su habitación para que pudiera recogerlo. Su padre preguntó si su madre podría ponerse una chaqueta. A continuación, los tres miembros de la familia fueron obligados a sentarse en su sala de estar, con Mona y su madre sentadas a ambos lados de su padre, como protegiéndolo. Un guardia apuntaba con un arma a los Mahmudnizhads, mientras que los otros meticulosamente registraban y saqueaban sus habitaciones.

En un momento, la madre de Mona susurró a su padre: "¿Qué voy a hacer. Ellos te van a arrestar." Su padre le respondió: "Haz la oración "Quien libra de las Dificultades" para ti misma y vuélvete hacia Abdu’l-Bahá." Él entonces fijó sus ojos en la imagen de Abdu’l-Bahá frente a ellos. Mona era la viva imagen de la calma y continuaba estudiando su lección de inglés. En un momento, ella incluso le hizo a su padre una pregunta, pero el Guardia ordenó a Mona que se callara.

Cuando finalizo la búsqueda, la madre de Mona se sintió terriblemente perturbada cuando los guardias ordenaron a ambos, Mona y su padre que vayan con ellos. Ella dijo: "Puedo entender que quieran llevar a mi marido con ustedes, pero ¿por qué quieren llevarse a Mona. Ella es sólo una niña." Según un relato, uno de los guardias respondió: "No la llame niña. Debería llamarla una pequeña maestra Bahá’í. Mire este poema. No es el trabajo de un niño. Podría prender el mundo en llamas. Algún día ella será una gran maestra Bahá’í”.

Los guardias continuaron insultando a Mona y a su padre, lo que hizo que la madre sintiera una gran angustia. En un momento su padre le dijo que no se preocupe y que considerara a los guardias como sus hijos y a Mona como su hermana, que los guardias habían sido asignados por Dios para venir a su casa y llevarlos juntos. Mona tranquilizó a su madre, diciendo: "¿Por qué ruegas a estas personas? ¿Qué delito he cometido?. ¿He sido una chica mala? ¿Tenemos productos de contrabando en la casa? Me detienen sólo por creer en Bahá’u’lláh. Madre, esto no es ir a prisión, es ir al cielo. Esto no es caer en un pozo, es alcanzar la luna".

Cuando los guardias tomaron a Mona y su padre, también confiscaron todos sus papeles y algunos casetes con canciones grabadas de Mona.

ENCARCELAMIENTO

En tanto ellos no lo sabían en ese momento, Mona y su padre estuvieron entre los primeros 40 Bahá’ís de Shiraz, entre ellos seis mujeres, quienes fueron detenidos esa noche o durante los próximos días. Después de la detención, ambos tenían los ojos vendados, fueron llevados a la prisión Seppah y luego ubicados en cuartos separados. A Mona se le dio un pedazo de papel para que lo sostenga[8] y se la condujo a través de un largo pasillo hasta dar con a una habitación grande donde se le retiró la venda de los ojos. Era cerca de la medianoche y la habitación estaba a oscuras.

Más de 40 mujeres se encontraban en la sala al mismo tiempo, relató Mona más tarde. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, pudo ver las ventanas de la sala cubiertas con barras de metal. La habitación estaba húmeda y tenía poca ventilación. Mona fue la primera mujer Bahá’í en llegar a la prisión, estaba sola y no conocía a nadie allí. Ella se encontró con la mujer a cargo, quien le pregunto cuál era su crimen. Mona respondió que su crimen era ser Bahá’í. Entonces la mujer le extendió dos mantas y le mostró un espacio en el que podía dormir. No obstante la habitación estaba tan llena de gente, que todo el mundo tenía que dormir en su lugar.

He aquí el relato de Mona sobre lo que sucedió a continuación, tal como le dijo a una compañera Bahá’í en la prisión:

“Yo no conocía a nadie y no tenía noticias de mi padre. Estaba haciendo oraciones en mi corazón y alabando a Dios porque había entrado en su Corte. Llevaba en mi mente la cara de preocupación de mi madre y estuve orando por su perseverancia y por la de mi padre. Decidí ir a dormir como los demás y esperar a ver lo que la Bendita Belleza tenía reservado para mí.

Me acosté y estaba sumida en pensamientos, cuando de repente se abrió la puerta y fue introducida una señora. La condujeron de la misma manera que lo habían hecho conmigo y debido a que se enteraron de que era una Bahá'í la trajeron a mi lado. Unos minutos más tarde, trajeron a otra dama a nuestra celda. Ella sufría de fuertes dolores de cabeza y pidió su medicina, pero nadie le prestó atención. Ella era la señora Tuba Za'irpour[9]. No la reconocí en la oscuridad, pero su voz era muy familiar para mí. De repente, la señora Za'irpour dijo: "Mona, ¿eres tú?¿Qué estás haciendo aquí? ¿Te han arrestado también? ¡O Dios mío!"

Más tarde Mona contó que ella se consoló mucho cuando reconoció a la señora Za'irpour.

A pesar de que Mona estaba separada de su familia y su hogar, pronto encontró a una nueva familia en la cárcel. Todas las mujeres de más edad, dijo ella, eran sus madres y tías y las más jóvenes sus hermanas y primas. A pesar del hecho de que ella era la más joven en la cárcel, fue Mona la que más frecuentemente tranquilizaba a las otras mujeres y les ayudaba a ser firmes durante sus períodos de encarcelamiento e interrogatorio.

La cárcel en sí estaba terriblemente superpoblada, sin suficientes instalaciones para satisfacer las necesidades básicas. Sólo había dos duchas para las 80 o 90 mujeres en la prisión. Durante el primer día, una compañera Bahá'í de prisión describió la forma en que se les dio un plato de sopa para ser compartido por las tres mujeres, y tomado con sus manos. Sin embargo, peor quecualquier restricción física o privación, fue el hecho de que los guardias no permitían a los Bahá'ís rezar.

LOS PRIMEROS DÍAS EN PRISIÓN

Los primeros días en prisión fueron peores para las familias afuera que para los mismos prisioneros, quienes fueron fotografiados en su segundo día de arresto, pero por otra parte, los dejaron tranquilos. A las familias, sin embargo, no se les informo ni una palabra sobre el destino de cualquiera de los prisioneros y se les negó el permiso para visitarlos. Cada día la madre y la hermana de Mona iban a la prisión para solicitar permiso para verla a ella y a su padre por unos pocos minutos, y recibían insultos y burlas por parte de las autoridades penitenciarias, pero no se dieron por vencidas y alentaron a otros Bahá'ís cuyos miembros de familia habían sido detenidos, a hacer lo mismo. Taraneh dijo: "Debemos estar preparados para todo y no hay que darse por vencidos. Debemos ser tan fuertes que incluso si en algún momento nos entregasen los cuerpos de nuestros seres queridos, deberíamos mantener la sonrisa y con esa actitud hacerles sentir lo débiles que son."

Después de toda una semana de serles negado el permiso, la madre de Mona finalmente perdió el control. Ella relata: "Estaba sentada en mi ventana. No tenía noticias de mi hija celestial, Mona. Muchas veces había ido a Seppah, pero nunca me dieron permiso para visitarla. Cuando vi la gente caminando por las calles con tanta libertad... las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro y en voz alta, oré, "Oh Bendita Belleza, quiero a mi hija. Quiero que me regreses a Mona. No tengo noticias de ella. Oh Bendita Belleza, quiero a mi hija. 'Miré hacia arriba en el cielo y dije: "Todos los pájaros son libres. Mi pequeño pájaro está en la cárcel." Pasé el día en lágrimas y afligida".

Al día siguiente, 31 de octubre, a la madre de Mona se le concedió permiso para visitar a su hija, aunque no a su esposo, que se cree que había sido sometido a torturas tan graves que las autoridades tenían miedo de dejar que alguien lo viera. La madre y la hermana de Mona fueron llevadas a la sala de visitas en Seppah alrededor de la una de la tarde, y se les hizo esperar durante seis horas antes de que trajeran a Mona junto con otras mujeres Bahá'ís prisioneras a una habitación contigua separada por una pared de cristal grueso, a través de la cual sólo podían hacerse señas la una a la otra.

"Estábamos de pie del otro lado del cristal," dijo la madre de Mona. "Yo las miraba y lloraba. Mona me indicaba con señas que no debía llorar. Rápidamente, me sequé las lágrimas. Yo no podía decirle a mi hermosa ave, que mis lágrimas eran por la alegría de verla."

LOS INTERROGATORIOS EN LA PRISIÓN SEPPAH

Cada Bahá'í detenido se somete a un proceso de interrogación de cuatro etapas que conducen a liberarlo o ejecutarlo. La primera etapa consiste en una serie de interrogatorios formales realizado por un juez islámico nombrado por el Ministerio Público. Estos se llevan a cabo dentro de la prisión. Los interrogatorios, que duran muchas horas, por lo general se realizan con un número de presos presentes, aunque algunos también se llevan a cabo con cada prisionero a solas. Los guardias revolucionarios suelen estar enmascarados y los prisioneros con los ojos vendados, y éstos son obligados a sentarse frente a una pared. En cada etapa la víctima es insultada, haciéndole las mismas preguntas una y otra vez, y con frecuencia se les pide que escriban las respuestas ya que la mayoría de los guardias revolucionarios y muchos de los jueces que los interrogan son analfabetos, mientras que sus víctimas Bahá'ís son a menudo bien educadas. Los interrogadores demandan conocer los nombres, direcciones y números de teléfono de todos los Bahá'ís en una ciudad determinada, luego en todo Irán y finalmente alrededor del mundo.[10] En cada etapa el prisionero es invitado a negar sus creencias Bahá'ís y convertirse en musulmán.

En un momento de tensión, el Mulla le dijo Mona, "Si sólo dices que no eres Bahá'í, tú y tu padre serán liberados al instante. Pero si sigues siendo tan obstinada, iré personalmente a ver tu ejecución" Mona respondió: "Yo soy Bahá'í y nunca voy a negar este hecho."

La siguiente etapa es un interrogatorio en la Corte Revolucionaria Islámica, que es llevada a cabo por el Asistente del Fiscal General. Este interrogatorio también puede tomar muchas horas, pero normalmente se completa en un día. El interrogatorio final se realiza frente a un Juez de la Revolución Islámica, y por lo general sólo dura un tiempo corto, a veces menos de una hora.

Después de las tres fases del interrogatorio, no hay un tiempo fijo antes de que se dicte una "sentencia". Puede tomar semanas, meses o más tiempo. En todos los interrogatorios y antes de que se ejecute a cualquier Bahá'í, sin embargo, a él o ella se le da muchas oportunidades, por lo general bajo una gran angustia física y mental, de renunciar a su fe.

Los bahá'ís arrestados en Shiraz fueron llevados primero a la cárcel Seppah, donde fueron objeto de la primera etapa del proceso interrogatorio que comenzó a finales de la primera semana de su detención. Cuando Mona fue llevada a donde ella pensaba que sería su primera sesión del interrogatorio, en vez de eso fue llevada al sótano a ver a su padre brevemente mientras era torturado. Él le dijo que responda a todas las preguntas con sinceridad y que explique claramente lo que enseña la religión Bahá'í. Luego fue llevada de vuelta a su celda.

A la mañana siguiente, su sexto día en la prisión, los interrogatorios de Mona comenzaron en serio. A Mona no le gustaba mucho hablar sobre el tiempo que pasó en la prisión Seppah, ni acerca de sus interrogatorios. Ella sentía que esto le llevaría "hacia el mundo de las acusaciones, palabras feas y preguntas inadecuadas." Cuando Mona vio a su madre y su hermana por primera vez después de haber sido encarcelada, ella había sido interrogada desde la una de la tarde hasta las tres de la mañana, con sólo un descanso para ver a su familia a las 7 de la tarde. Este es su propio relato de su primer período de sesiones, según lo dicho a una compañera de prisión:

Al día siguiente mis interrogatorios comenzaron. Las preguntas fueron las siguientes: ¿Cuál es tu religión? ¿Cuál es tu creencia? ¿Naciste en una familia Bahá'í? Fecha y lugar de nacimiento. Nombre de la escuela en que estás estudiando. ¿Qué grado? ¿Alguna vez has enseñado en una clase Bahá'í? ¿Cuándo te declaraste y quien estuvo presente en esa reunión? Los nombres de los miembros de la Asamblea Espiritual Local de Shiraz y de los miembros de la Asamblea Espiritual Nacional Bahá'í. ¿Qué actividades realizas como Bahá'í? Nombres de los miembros de los comités de Bahá'ís en Shiraz. Escribe acerca de la administración Bahá'í. ¿Cuántos miembrosde la Casa Universal de Justicia11 son persas y cuántos no lo son? ¿De qué nacionalidades son? Nombres de todos los administradores Bahá’ís internacionales prominentes en el mundo. ¿Alguna vez has estado de peregrinaje? ¿Cuánto has donado al Fondo? ¿Quién era el anfitrión de la Fiesta y donde se celebró? ¿Por quién has votado este año? ¿Tus padres eran miembros de la Asamblea Espiritual Local? Los nombres de los Bahá'ís que conoces. ¿Estás dispuesta a renunciar?

Respondí a todas las preguntas con franqueza y mi respuesta a la última pregunta fue: "Yo soy Bahá'í y nunca voy a renunciar." El interrogador dijo: "Si te niegas a retractarte de tu Fe, te ejecutaremos." Y yo le dije que prefiero que me maten a negar la Fe en la que creo.

Mona dijo que sus sesiones normalmente se iniciaban a las 10 de la mañana y duraban hasta las 4 de la madrugada siguiente. Añadió que, al negarse a dejarla dormir, las autoridades creían que se iba a debilitar y a retractarse. "Durante todas las horas sin fin," ella dijo, "Yo estaba rezando y rogando a Bahá'u'lláh que me diera la fuerza para mantenerme firme durante toda esa pesadilla. Este interrogatorio se prolongó durante varios días. Un día, el Mulla me pidió que escriba todos los detalles de mi vida, donde nací y me crié y los nombres de las escuelas en las que he estudiado, así como mis actividades como Bahá'í, todo lo cual volví a describir de manera muy franca”.

En varias ocasiones, las prisioneras fueron interrogadas verbalmente y obligadas a estar de pie con los ojos vendados durante horas y horas, mientras que ellas respondían. En otras, las prisioneras fueron sentadas frente a una pared y se les entregó una serie de preguntas escritas. Las sesiones duraron aproximadamente una semana, con las prisioneras mantenidas bajo un constante bombardeo de preguntas. Mientras que el principal interrogador era por lo general el juez islámico o "Mulla", éste estaba a veces acompañado por otros. A menudo, debido a que les vendaban los ojos, las prisioneras no sabían cuántas personas se encontraban en la habitación.

Todas las mujeres Bahá'ís eran así interrogadas, y varias de ellas fueron severamente golpeadas también. Estos golpes se produjeron fuera de los interrogatorios, por lo general en el sótano de la prisión. La víctima es atada a una mesa especialmente diseñada y luego golpeada en las plantas de los pies descalzos con una varilla o un trozo de cable de alambre, es el castigo tradicional islámico llamado "bastinado". Al prisionero se le da un par de latigazos, para permitirle recuperar la sensibilidad, y luego es azotado una y otra vez hasta que el castigo sea terminado o el prisionero se desmaye. Cuando recupera el conocimiento, la paliza se reanuda.

Entonces las víctimas eran obligadas a caminar sobre sus pies sangrantes y a menudo también eran torturadas burlándose de ellas con un vaso de agua que mantenían fuera de su alcance.

En otra ocasión, uno de sus primeros sueños sobre el martirio se hizo realidad. En el sueño, ella tuvo que hacer frente a varios hombres maliciosos que le preguntaban acerca de Los Siete Valles [12]. En una de sus sesiones de interrogatorio, el Mulla le preguntó acerca de los escritos de Bahá'u'lláh sobre Los Siete Valles, a lo que ella dio una respuesta detallada, pero fue ignorada. El Mulla luego le pidió que dijera una oración. Ella le preguntó si realmente quería que lo hiciera y él respondió con sarcasmo: "Sí". Mona entonces cruzó los brazos, cerró los ojos y comenzó la oración, pero fue interrumpida por la risa sarcástica del Mulla.

TRANSFERENCIA A LA PRISION ADELABAD

Mona estuvo en la prisión Seppah por un total de 38 días, y fue intensamente interrogada por más o menos una semana durante su estancia. El 29 de noviembre de 1982, ella y otras cinco mujeres Bahá'ís fueron trasladadas a la prisión de Adelabad, también en Shiraz. En ese momento, las autoridades islámicas arrestaron a otros 50 Bahá'ís, incluyendo 2 mujeres, quienes fueron sometidas al mismo interrogatorio, pero rápidamente fueron transferidas a Adelabad uniéndose al creciente número de Bahá'ís allí.

La prisión Adelabad era considerablemente diferente de Seppah y mucho más sucia. Había tres niveles de celdas en la prisión, cada una dividida en unidades pequeñas. Las Bahá'ís fueron enviados a la tercera planta, con tres personas asignadas en cada celda. A menudo había una sola cama por celda, lo que obligó a dos de las mujeres a dormir en el piso. Mientras que las mujeres Bahá'ís fueron mantenidas juntas en celdas, se les permitió congregarse con las demás reclusas en la misma planta, incluyendo una mezcla de presas políticas y detenidas por diversos delitos identificables. Muchas de estas mujeres eran adictas y prostitutas.

Como es usual, las autoridades no comunicaron a ninguna de las familias de la transferencia. La familia de Mona se enteró cuando fueron para una visita a la cárcel Seppah una semana más tarde y rápidamente corrieron hacia Adelabad. La madre de Mona estaba muy perturbada al ver que Mona se encontraba muy enferma con un resfriado. Mona tenía lágrimas en sus ojos, pero no lloró. Ella la tranquilizó, diciendo: "Es muy cómodo aquí. En comparación con Seppah, esta prisión es un palacio. Ellos nos sirven el desayuno, el almuerzo y la cena." Añadió que ella les había escrito una carta, la cual fue recibida a los pocos días.

"En el nombre de Dios, queridos míos, y mi madre, quién es más querida por mí que mi propia vida, y mi cariñosa hermana. ¿Qué puedo decir y escribir acerca de la bondad de Dios, que es tan grande y abarca todas las cosas creadas, incluso esta pobre servidora que no es digna de servir a Su umbral. Amados de mi corazón y mi alma, oren por nosotros para que en todas las condiciones estemos felices. Luego les pedimos que no sean superados por el dolor y que oren por nosotros, porque estamos necesitados de sus oraciones...

Mona también estaba pensando en su padre. Le pidió a su madre, durante una de sus visitas con su hermana, que le trajera algunas mantas para protegerse del resfrío. Los pensamientos de Mona eran por lo general acerca de Dios o de sus compañeros de prisión, pero rara vez sobre sí misma.

LA SEGUNDA ETAPA DEL INTERROGATORIO

Durante la segunda etapa del interrogatorio de Mona la despertaron a las cuatro de la mañana y una hora más tarde fue trasladada en automóvil hasta el lugar de los interrogatorios. La sesión duró la mayor parte del día. Le hicieron las mismas preguntas que le habían hecho una y otra vez en Seppah acerca de sus creencias.

"Les dije que yo creo en Dios y en todas sus Manifestaciones que han revelado un Libro Sagrado y que consideramos a todos como los Mensajeros de Dios. El Asistente del Fiscal General dijo: Tú estás acusada de ser miembro del movimiento sionista, quienes son espías. "En respuesta, le dije que los Bahá'ís no tienen nada que ver con la política. Por otro lado, el estado de Israel fue fundado hace sólo 32 años, mientras que la Fe Bahá'í fue fundada hace 139 años. Sólo tenemos organizaciones espirituales que no tienen nada que ver con la política. Él dijo: "sólo queda un camino para ti, debes negar tu fe o serás ejecutada. Le dije que preferiría ser ejecutada".

LA TERCERA FASE DEL INTERROGATORIO

El interrogatorio formal final tuvo lugar unos días después. Una vez más, a Mona se la llevaron a las 5 de la mañana. Esta vez, ella se reunió con el juez de la Revolución Islámica, quién se encargó de todos los casos de los Bahá'ís en Shiraz. Si bien el interrogatorio fue el más corto al que se fue sometida, en muchos aspectos, fue el más dramático.

El juez, después de insultarla durante mucho tiempo, le dijo que sus padres la habían defraudado y engañado y la acusó de seguirlos sin ser consciente de lo que estaba haciendo. Ella respondió:

"Aunque nací en una familia Bahá'í, de acuerdo con los principios Bahá'ís, tenemos que buscar la verdad por nosotros mismos en lugar de imitar las ideas de nuestra familia y eso es exactamente lo que he hecho. Usted tiene muchos de nuestros libros Bahá'ís aquí, podrá leerlos y averiguarlo por usted mismo. Ellos nunca insistieron en convertirme en Bahá'í o aceptar sus ideas. Si Su Señoría insiste en que renuncie a mi Fe, debo asegurarle que nunca voy a hacer eso y que estoy lista para ser ejecutada".

El juez se sorprendió en ese momento y la miró con ira, diciendo: "Tú eres solo una niña. ¿Cómo es posible que sepas el verdadero significado de la palabra fe?" Mona contestó:

"¿Qué más pruebas necesita, que me arrastraran fuera de la escuela y me pusieran en la cárcel y ahora, durante muchos meses, he soportado todos estos interrogatorios por el bien de mi religión. ¿Qué otra cosa además de mi fe podría darme la fuerza y el poder de estar aquí frente a usted y responder a sus preguntas? ".

Entonces el juez le pidió que rezara y ella respondió: "Yo no puedo hacer eso." El juez le preguntó: "¿Qué quieres decir?" y Mona señaló que, "Usted tendría que sentarse con respeto, con las manos cruzadas sobre el pecho antes de que yo vaya a recitar una oración." Al principio, el juez se negó, pero después de un rato, como hechizado por su carácter espiritual, él cumplió con su deseo y ella recitó la oración: ¡Oh Dios! Refresca y alegra mi espíritu. Purifica mi corazón. Ilumina mis poderes. Dejo todos mis asuntos en tus manos. Tú eres mi guía y mi refugio. Ya no estaré triste ni afligido; seré un ser feliz y alegre. ¡Oh Dios! Ya no estaré lleno de ansiedad, ni dejaré que las aflicciones me fatiguen, ni que me absorban las cosas desagradables de la vida. ¡Oh Dios! Tú eres más amigo mío que yo lo soy de mí mismo. A Ti me consagro, oh Señor.

Cuando Mona había terminado de recitar la oración el Juez perplejo le preguntó: "¿Por qué no cantas?" A lo que Mona respondió: "Yo sólo canto de corazón y cuando estoy sola, no delante de usted." El Juez se conmovió profundamente y dijo: "En la noche en que tú y tu padre fueron arrestados, los guardias revolucionarios trajeron un montón de cintas con tus cánticos. Se te acusa de engañar a los jóvenes con tu hermosa voz y cánticos. Ahora estoy seguro de los cargos en tu contra. "Mona respondió: "Su Señoría, estar cantando, orando y repitiendo los versículos de Dios, es un crimen?"

Él dijo: "Niña, qué es lo que está mal en el Islam que ha hecho que te conviertas en Bahá'í?" Ella explicó: "La base de todas las religiones es una, pero de acuerdo a las circunstancias, después de un período de tiempo un nuevo Profeta es asignado por Dios para guiar a la humanidad. Pero si usted está tratando de obligarme a convertirme en musulmán, debo decir que no hay nada malo con el Islam. Sin embargo sus seguidores no saben más que matar y hacer terrorismo, ejemplos de los cuales se pueden observar todos los días en esta misma prisión. Esta es la razón por la que he decidido ser Bahá'í".

El juez dijo: "Estamos actuando de acuerdo a nuestro Libro Sagrado el Corán."

Sus compañeras de prisión se quedaron atónitas y se preguntaban cómo se atrevió a contestar al Juez así. "¿Cómo te atreviste a decirle todo eso tan abiertamente?" preguntó alguien.

Las respuestas abiertas y francas de Mona fueron un tema de conversación entre las presas por mucho tiempo.

EL ARRESTO DE LA MADRE DE MONA

A mediados de enero, poco después del tercer interrogatorio de Mona, Se contactaron con la madre de Mona y le dijeron que Mona se consideraba inocente y sería puesta en libertad bajo fianza, siempre y cuando los Mahmudnizhad pudieran recaudar dinero para pagar la fianza.

La fianza de Mona se fijó inicialmente en alrededor de $ 35.000. La Sra. Mahmudnizhad intentó que el Tribunal acepte una hipoteca sobre el pequeño departamento que la familia poseía en Shiraz, pero eso no fue aceptado porque la familia no tenía un título claro. Mona no fue puesta en libertad. El presidente del tribunal luego levantó la fianza de Mona a aproximadamente $ 88.000. Pero aun después de que la señora Mahmudnizhad haya entregado el título a las autoridades, Mona siguió sin ser liberada. Las autoridades tomaron la propiedad de todos modos y luego arrestaron a la señora Mahmudnizhad cuando ella llegó a la cárcel con los documentos para la presunta liberación de Mona.

Si bien las autoridades islámicas liberaron a seis prisioneros Bahá’ís, Mona y otros 14 permanecieron en la cárcel. Su madre permaneció en la cárcel con ellos hasta una semana antes de la ejecución de Mona.

La madre de Mona fue arrestada un sábado, el mismo día en que los visitantes fueron admitidos en Adelabad. La hermana de Mona estaba muy perturbada por la detención de su madre y fue a la cárcel sola. Mona de inmediato le preguntó dónde estaba su madre, ya que no podía creer que se perdiera una visita. Cuando le dijo que su madre había sido arrestada, Mona no dijo una palabra.

Cuando la señora Mahmudnizhad llegó, Mona insistió en que a todos los demás detenidos se les permita recibirla primero. Luego Mona la tomó en sus brazos y dijo: "Madre, bienvenida, bienvenida a tu nuevo hogar. Vamos, vamos! Te voy a mostrar tu nuevo hogar."

Mona y su madre fueron asignadas a la misma celda por esa noche. La Sra. Mahmudnizhad durmió en la cama, mientras Mona y su compañera de celda, Tahirih Siyavushi, una de las nueve mujeres que más tarde fue ahorcada con Mona, durmieron en el suelo.

Antes de que la madre de Mona pudiese conciliar el sueño, Mona tomó su mano y le susurró:

"Uno tiene que adaptarse a la situación aquí y al ambiente monótono. Decir oraciones a menudo. Llorar solamente cuando uno está solo, y sólo por amor a la Bendita Belleza. Nunca gritar de dolor porque a Bahá'u'lláh no le gustaría. Siempre reír y ser feliz por lo que eso dará apoyo a las otras prisioneras”.

"Hay algo más que quiero pedirte, y es sobre no darme un beso o mostrarme más amor a mí que a las otras prisioneras. No quiero que piensen que la madre de Mona está a su lado y que ellas están solas aquí. Tú debes ser más madre para ellas de lo que lo eres para mí. No importa si no tienes mucho tiempo para mí o no caminas conmigo. Trata de cuidar de las demás presas en primer lugar."

La madre de Mona obedeció la solicitud. Hasta el día de su liberación, ella nunca jamás besó a su hija y pasó menos tiempo con ella del que pasó con las otras prisioneras.

LA ÚLTIMA VISITA CON EL PADRE DE MONA

Cerca de 10 días después de que la madre de Mona fuese encarcelada, las prisioneras Bahá’ís se sorprendieron al escuchar un anuncio convocando a todas las "hermanas Bahá’ís" a un área en el techo de la prisión. Era la primera vez que la palabra "Bahá’í" había sido escuchada a través del altavoz. Cuando las mujeres llegaron al lugar, todos los hombres Bahá’ís que fueron encarcelados estaban allí también. La familia Mahmudnizhad, padre, madre e hija, estaban juntos en la cárcel por primera y última vez.

Fue un precioso, aunque breve momento para los prisioneros Bahá’ís. Los que tenían otros familiares en la prisión se sentaron mano en mano, mientras que otros se acomodaron en grupos pequeños y hablaban en voz baja, compartiendo historias y ganando fuerzas entre sí. Los Mahmudnizhads se sentaron juntos y tuvieron su última conversación familiar.

La madre de Mona era muy franca y le dijo a Mona, "Van a ejecutar a tu padre." Mona respondió: "Lo sé, pero puedo soportarlo." Su padre dijo entonces: "Sí, estos días de separación se acabarán pronto. ¿Te acuerdas que antes, cada vez que nos mudábamos, yo siempre iba primero, preparaba la casa y luego te llevaba a la casa como una princesa? Ahora es lo mismo, voy a ir adelante y preparar un hogar para ti en el reino espiritual y prepararé tu bienvenida allí. "

Después de eso Mona y su padre hablaron muy poco, aunque siguieron comunicándose con sus ojos, como lo habían hecho casi toda su vida. La madre de Mona relató posteriormente el momento de esta manera:

"Me di cuenta de que Mona se levantó y besó los ojos de su padre varias veces. Ella parecía leer secretos celestiales en sus ojos. Ellos no necesitaban comunicarse verbalmente, ya que podían comunicarse perfectamente con sus ojos. Luego él preguntó acerca de cómo estaban nuestros amigos y parientes. Finalmente, nuestro tiempo se acabó. No volví a ver al padre de Mona de nuevo hasta exactamente un mes más tarde, el 12 de marzo de 1983, después de que lo ejecutaron junto con otros dos Bahá’ís, el Sr. Rahmat'u'llah Vafa'i y la señora Tuba Za'irpour.

LA ULTIMA VISITA DE TARANEH A SU PADRE

La hermana de Mona, Taraneh, era el único miembro de la familia que no fue encarcelado. Los miércoles iba a visitar a su padre, y los sábados a su madre y hermana. Este fue un período terrible para ella -la primera vez en su vida que fue separada de todos los miembros de su familia-. Lloró amargamente aquella primera noche por el dolor de la separación de su familia. Ella relató más tarde:

"La noche que encarcelaron a mi madre fue una noche amarga para mí. No podía creer que mi vida de pronto podría llegar a estar tan vacía. Me decía a mí misma que esto no era nada comparado con lo que Bahá'u'lláh tuvo que soportar. Todos los encarcelamientos, las cadenas en el Siyyah Chal, estar lejos de Su familia, el exilio, el martirio de Su hijo, el ataque de Sus enemigos. Mientras tanto, El consolaba a todos los amigos devotos y afligidos y nos dio todas esas Tablas y Escritos, todas esas palabras dadoras de vida.

"¡Oh, cuan ignorante fui y ahora he descubierto su favor sin límites. "Oh Bendita Belleza", oré, "tan solo concédeme firmeza para soportar esta separación de mis seres queridos."

El primer miércoles de marzo, después de que su madre había estado en la cárcel durante un mes, el padre de Mona le dijo a su hermana, durante una de sus visitas, "Dile a tu madre que en la vida siempre hemos compartido nuestra miseria y la felicidad. Ahora el ardor de la separación, será una prueba de nuestro amor por Dios y por los demás".

Ella entonces le preguntó: "Padre, ¿por qué es que de las cuatro personas en nuestra familia, tres son tan amadas por Dios y yo estoy excluida a Su vista? ¿Qué pecado he cometido que no soy lo suficientemente digna para ir a la cárcel? "Él respondió: "¿Crees que eres libre? Todos los que están fuera de la cárcel están presos en una cárcel más grande aún. Con todas las restricciones en su vida, ustedes también están en prisión. Además, un amante nunca es libre, sino es un prisionero del amor".

"Padre", preguntó, "¿Estás diciendo que debo ser feliz y tener confianza?" Con gran convicción, él respondió: "Sé confiada y feliz."

Cuatro días más tarde, Yad'u'llah Mahmuznihad fue ahorcado. La hermana de Mona se enteró de la noticia a las 10 de la mañana a través de su marido, que estaba llorando. Más tarde recordó:

"Después de escuchar esta tragedia todo mi cuerpo empezó a temblar y comencé a gritar:" ¡Oh Bendita Belleza! Padre, ¿dónde estás ahora? Mi hijita de un año se despertó por los ruidos que estábamos haciendo y comenzó a llorar también. De pronto, me calmé y dije: 'Padre, Tú decías que el espíritu de los mártires siempre hacen que la tolerancia a las calamidades sean más fáciles para aquellos que dejan atrás. Ellos dan asistencia e interceden por nosotros. ¿Dónde está esa ayuda? Juro que en ese momento tal tranquilidad se apoderó de mí, como nunca la había experimentado. Decidí ir y, si era posible, visitar los cuerpos de los tres mártires queridos y, con gran dificultad, logré hacerlo. Por supuesto, ellos ya no estaban en sus cuerpos. Quería besar la marca que había dejado la cuerda en el cuello de mi padre, pero no tenía la capacidad ni el permiso para estar más cerca de su cuerpo.

Un día, mientras estaba en la cárcel, Mona se despertó y se negó a comer y beber durante 30 horas, a pesar de los ruegos de su madre y de sus compañeras de prisión. Más tarde se supo que fue en ese día que su padre había sido ejecutado. Cuando Mona escucho la noticia oficialmente, lo único que dijo fue: "Lo sé, lo sé. Qué gran recompensa para él."

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Yadu'llah Mahmudnizhad
El padre de Mona
Ejecutado el 12 de marzo de 1983

ANECDOTAS EN LA PRISION DE ADELABAD

Mona y los presos permanecieron en la cárcel por tres meses más. Una compañera de prisión escribió acerca de Mona como sigue:

"Mona era un ser humano perfecto. Ella estaba practicando plenamente los principios Bahá'ís, un ejemplo vivo de ánimo y constancia. Era lo que se suponía que una joven Bahá'í debería ser. En el transcurso de los días que pasamos en la cárcel juntas, durante todo el día, ella oraba. Su comportamiento era como el de un adulto, una persona noble, aunque no era más que una niña inocente. Recuerdo los días en que ella solía venir a mi celda, sostenía el mentón en sus manos y miraba las paredes, sumida en sus pensamientos. Esos eran los momentos en que quería pedirle que cante".

Un día, acorde al relato de otra prisionera, una de las otras mujeres de la prisión regresó de su sesión de interrogatorio en la prisión de Seppah, trajo con ella algunas ciruelas verdes muy pequeñas. Ella le dio una ciruela la señora Nusrat Yalda'i[13], una de las prisioneras Bahá’ís, y le dijo: "Sé que te gusta esto, pero no tengo más para dar a todo el mundo. Cómela sin decirle a nadie." Mrs. Yalda'i no tenía el corazón para comérsela ella sola y se la dio a otra presa que, a su vez, se la dio a la señora Mahmudnizhad, sentada a su lado.

Momentos después Mona pasó por su celda y la madre de Mona le dio la pequeña ciruela. Ella la tomó y en pocos minutos regresó con una pequeña bandeja. Había cortado la fruta a partir de la semilla en diecisiete pequeñas piezas, una para cada una de sus amigas en el bloque de celdas. Ella también había decorado la esquina de la bandeja con cuchillos y tenedores. Llamó a todas las prisioneras y se sentaron alrededor y cada una tenía una pequeña porción. Todo el mundo estaba encantado y se rieron durante gran parte del día.

Mona también se hizo amiga de muchas de las prisioneras que no eran Bahá’ís. Ante su petición, ella les hablaría y en voz baja les cantaría canciones sobre la Fe, sobre todo en los momentos de angustia. Sin embargo, tenía que tener mucho cuidado porque ella no quería meterse en problemas por hablar de la Fe. Después de un tiempo, un número de ellas buscaría a Mona para hacerle preguntas o para que les enseñe canciones. Mona también continuó escribiendo poesía, otro de sus amores, y había desarrollado una gran colección. Todas las mujeres presas Bahá’ís fueron mencionadas. Un día, sin embargo, las autoridades de la cárcel vinieron a inspeccionar las celdas y Mona, temiendo que estas iban a causar problemas a todas, las rompió antes de que ella o cualquier otra persona pueda memorizarlas.

CIEN MIL VIDAS

Después de haber estado en la cárcel por un tiempo, la madre de Mona compartió una confidencia con ella:

"Poco a poco, había llegado a un extraño estado en el que podía sentir que la verdadera sumisión era posible, mientras que al mismo tiempo estaba muy deprimida. Empecé a hablar con Mona sobre mi condición. De repente, le dije llena de temor, ‘no creo que ellos te liberen y con todas las cosas que están sucediendo si no te ejecutan, te mantendrán en la cárcel por lo menos de 15 a 20 años, y cuando te suelten, tú tendrás 35 o 40 años de edad. ¿Cómo voy a soportarlo?’

"Mona respondió: 'Madre, si supiera que durante cada año que pase en la cárcel sólo unas pocas personas se convierten en Bahá’ís, yo desearía poder pasar cien mil años en prisión. "

"Y si yo supiera que a causa de mi ejecución, todos los jóvenes del mundo se levantarían, uniendo sus manos en el servicio a la humanidad, desprendidos, enseñando al mundo acerca de los ideales Bahá’ís y tratando de cambiar el mundo, le rogaría Bahá’u’lláh darme 100.000 vidas para sacrificarlas en Su camino".

Su madre escribió: "Me sentí tan pequeña ante la grandeza de su alma, como si ella fuera la madre y yo la niña. Y ahora ella ha logrado lo que quería hacer con su vida."

LA VISIÓN DE MONA SOBRE EL MARTIRIO

Un día, que coincidió con un día sagrado Bahá’í, Mona quería recitar oraciones a solas en lugar de unirse a una pequeña sesión de oraciones organizada por las prisioneras Bahá’ís.

Mona, de hecho, había estado pasando cada vez más tiempo a solas. A menudo, cuando las demás presas se congregaban juntas, Mona iba a encontrar alguna celda vacía para orar y meditar a solas. En esta ocasión, sin embargo, su madre insistió en que Mona se una a ellos, por lo que ella accedió.

Más tarde durante el día, ella llevó a su madre a un lado y le dijo: "Madre, me hubiera gustado mucho pasar este último día santo sola, para orar y meditar por mi cuenta." La madre de Mona no entendía a qué se refería y dijo: "Si me hubieras dicho eso, no me hubiese molestado. ¿Por qué aceptaste tan rápido?" Mona dijo: "Debido a que tú tienes el derecho de pedirme que este contigo."

Mona entonces la llevó aparte y le dijo: "Madre, quiero decirte algo, por favor, ven conmigo." Ella llevó a su madre por un pasillo que era tan estrecho que tenían que caminar en fila india. De pronto Mona se detuvo, se volvió y dijo: "Madre, ¿sabes que ellos me van a ejecutar?" Su madre se puso muy angustiada y se negó a escuchar. Ella estaba completamente inconsciente del estado espiritual que Mona había alcanzado y le dijo: "No, querida, serás libre", liberada de la prisión. Vas a tener una familia e hijos. Quiero ver a tus hijos. Por favor, no pienses de esa manera."

Mona se molestó y le dijo: "Juro por Dios que no desearía eso para mí misma y tú tampoco deberías desearlo para mí. Sé que me van a matar y quiero decirte lo que voy a hacer cuando esto suceda. Si no dejas que te diga ahora, te arrepentirás en el futuro. Ahora, ¿me dejarás decírtelo o no?"

La madre de Mona se quedó atónita y dijo: "Sí, dímelo." Entonces Mona se enfrentó a ella y le dijo: "Tú sabes madre, que el lugar donde van a llevarnos para nuestra ejecución, tendremos que subir y pararnos sobre algo de altura donde pondrán una cuerda alrededor de nuestro cuello... Entonces besare la soga y diré una oración".

Mona luego cruzó los brazos sobre su pecho, cerró los ojos y con una expresión de felicidad en su rostro, dijo una breve oración. Entonces ella abrió los ojos y dijo: 'Diré esta oración por la felicidad y la prosperidad de toda la humanidad y me despediré de este mundo mortal e iré hacia Dios". Luego miró a su madre, que la miraba en un estado de confusión y desconcierto. Todo lo que pudo decir fue: "Ha sido una bonita historia, Mona."

Los Ojos de Mona se llenaron de lágrimas. En voz baja, ella dijo: "Madre, no era una historia. ¿Por qué no me crees?"

UN SUEÑO PARA LA CONSTANCIA

Dos días después, a Mona y las otras nueve mujeres se les dijo que se les daría una oportunidad más a abjurar de su fe o ser condenadas a morir. Era su última oportunidad para seguir con vida. Esa noche, Mona tuvo otro sueño en el que ella estaba en la prisión diciendo la oración obligatoria larga. ´Abdu’l-Bahá entró por la puerta de la celda y se sentó en la cama en la que estaba durmiendo la madre de Mona. Tahirih Siyavushi estaba durmiendo en el suelo. Él acarició la cabeza de su madre y elevo su otra mano hacia Mona, quien pensó que Él podría salir si ella continuaba diciendo su oración. Así que se arrodillo delante de ´Abdu’l-Bahá y sostuvo Sus manos en las suyas.

'Abdu’l-Bahá preguntó a Mona, "¿Qué quieres?" Mona respondió: "Firmeza". 'Abdu'l-Bahá volvió a preguntar: "¿Qué quieres de Nosotros?" Mona respondió: "Firmeza para todos los amigos." Abdu’l-Bahá le preguntó por tercera vez: "¿Qué es lo que quieres?" Mona respondió de nuevo, "Firmeza". Entonces Abdu'l-Bahá dijo dos veces ", Se te concede. Se te concede."

EL ÚLTIMO INTERROGATORIO

A la mañana siguiente, 12 de junio, contó a todos los prisioneros Bahá’ís acerca de su sueño. Más tarde esa mañana, otras dos mujeres Bahá’ís fueron llamadas a su última sesión de interrogatorio y fueron presionadas para renunciar. Ninguna de ellas lo hizo y fueron devueltas a sus celdas. Las mujeres Bahá’ís esperaban ser sacadas y ejecutadas esa noche, aunque ningún veredicto de muerte había sido dictado.

Durante el día, todo el mundo cantó la breve oración llamada "Quien libra de las dificultades", que se dice en tiempos de gran crisis. Durante la sesión de oraciones, Zarrin Muquimi, una de las dos que habían sido sometidas a la última interrogación, abrazó espontáneamente a Mona y le dijo: "¡Oh, Mona, que buen deseo le pediste a Abdu’l-Bahá! Esto habría sido una tragedia si nos hubiesen llevado para ejecutarnos, pero ahora estoy segura de que vamos a ser firmes. Tú podrías haber deseado algo para tí misma y la libertad de tu madre. Incluso podrías haber pedido la libertad para todos nosotros. Pero en lugar de eso hiciste la petición más hermosa de todas y Abdu’l-Bahá la ha concedido.”

LIBERACION DE LA MADRE DE MONA

El 13 de junio, la madre de Mona fue liberada repentinamente. Antes de salir de la cárcel, todas las mujeres la abrazaron. La sra. 'Izzat Ishraqi, cuya hija, Rosita, iba a casarse pronto, preguntó a la señora Mahmudnizhad si podía asistir a la boda en su nombre, y le pidió que llevara un clavel rojo por cada una de las mujeres reclusas. Luego Mona la tomó en sus brazos y la besó por última vez.

"Madre", dijo Mona, "Del mismo modo en que alentaste y fuiste un pilar para todo el mundo mientras estuviste aquí, a partir de ahora debes hacer lo mismo y animar a los amigos (afuera) a ser pacientes y tolerantes." Se besaron de nuevo y su madre dejo la cárcel, y se fue a quedar con Taraneh. Una vez allí, le habló a Taraneh sobre cada una de las mujeres y visitó a las madres que tenían a sus hijas en la cárcel.

El jueves 16 de junio, seis hombres Bahá’ís fueron ejecutados - Abdu'l Hossein Azadi, Bahram Afnan, Jamshid Siyavushi, Koorosh Haghbin, Bahram Yalda'i y Enayat'u'llah Ishraqi. Tres de los hombres estaban emparentados con mujeres presas. Jamshid Siyavushi era el marido de Tahirih Siyavushi. Enayat'u'llah Ishraqi era el marido de 'Izzat Ishraqi y padre de Roya Ishraqi. Bahram Yalda'i era el hijo de Nusrat Yalda'i.

Al día siguiente, la comunidad Bahá'í estuvo llena de actividad, con los Bahá’ís de todas partes de la ciudad visitando a las familias de los mártires. Ellos trajeron flores y, mientras sus ojos estaban llenos de lágrimas, sonreían vistiendo ropa de colores, en lugar de la vestimenta de luto tradicional.

LA ÚLTIMA VISITA CON MONA

El sábado, la madre y la hermana de Mona visitaron la prisión, junto con las familias de las otras mujeres presas, quienes aún no sabían acerca de los asesinatos de los 6 hombres. Sólo a cuatro Bahá’ís por vez se les permitió visitar a las prisioneras, las que fueron mantenidas detrás de un cristal y tenían que hablar a través de los teléfonos. La familia de Mona le trajo un poco de sandía, junto con una bufanda y una toalla nueva.

Taraneh fue elegida para decirle Mona acerca de los martirios. Cuando ella la saludó, le dijo que seis hombres Bahá’ís habían sido ejecutados14. Los ojos de Mona se llenaron de lágrimas. Ella puso su mano sobre su corazón y le preguntó quiénes eran. Taraneh nombró a cada uno, las lágrimas brotaron de los ojos de Mona y apretó su mano más cerca de su corazón. En un susurro dijo: “¡Me alegro por él! ¡Bien por él!" después de cada nombre.

Cuando Taraneh finalmente mencionó el nombre del señor Ishraqi, Mona se puso a llorar abiertamente, diciendo: "Bien por todos ellos”. Luego dijo en voz alta: "Taraneh, juro por la Bendita Belleza y por Dios que estas lágrimas no son lágrimas de tristeza. Estas son lágrimas de felicidad. Nunca se te ocurra pensar que estoy llorando de dolor. Es sólo por la felicidad".

Mona

EL AHORCAMIENTO DE LAS 10 MUJERES

El ahorcamiento de las 10 mujeres tuvo lugar en la víspera del 18 de junio de 1983, al amparo de la oscuridad, en un cercano campo de polo. El conductor del autobús, quién más tarde conoció a la abuela de una de las jóvenes mujeres, le dijo: "Todas estaban en el más excelente espíritu y cantaban muchas canciones por el camino. No podía creer que sabían que iban a ser ejecutadas. Nunca he visto a personas con espíritu tan elevado".

Los nombres y edades de las otras Bahá’ís que fueron colgadas con Mona:

Sra. Nusrat Yalda'i, 54 años,
Sra. 'Izzat Janami Ishraqi, 50 años,
Srta. Roya Ishraqi, 23 y la hija de 'Izzat,
Sra. Tahirih Siyavushi, 32 años,
Srta. Zarrin Muqimi, 28 años,
Srta. Shirin Dalvand, 25 años,
Srta. Akhtar Sabit, 19 o principios de los 20,
Srta. Simin Sabiri, principios de los 20,
Srta. Mahshid Nirumand, 28 años.

 

Sra. Nusrat Yalda'i
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Sra. Nusrat Yalda'i, de 54 años, fue miembro de la Asamblea Espiritual Local de Shiraz y era conocida por su amabilidad y hospitalidad. Su hogar era considerado uno de los centros de la vida comunitaria bahá'í en Shiraz. Ella era una de las mujeres que fueron torturadas y fue dos veces castigada con palizas severas de hasta 200 latigazos. Sus heridas, según se decía, eran visibles cuando fue ahorcada. Fue detenida junto con su esposo e hijo, Bahram, quien fue ahorcado dos días antes que ella.

 

Sra. 'Izzat Ishraqi
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Cada una era una heroína. Los Ishraqi, por ejemplo, fueron arrestados antes y puestos en libertad, pero se negaron a abandonar Shiraz. Se quedaron para ayudar a la comunidad Bahá’í. Durante uno de los interrogatorios a la señora Ishraqi, en el cual le vendaron los ojos, al tener dificultad para caminar, el interrogador se burló, diciendo: "¿Eres tan ciega que no puedes caminar." Ella respondió: "Yo soy ciega por fuera, pero usted es ciego en su interior."

 

Ruya lshraqi
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Su hija, Roya, quien había estado estudiando veterinaria, era una de los jóvenes Bahá’ís más radiantes en Shiraz. A los 23 años, era una de las más queridas entre las presas, y el centro de atención y actividad. Roya era muy activa en su vida y le encantaban los deportes como el montañismo. Su hermana, Rosita, se comprometió el mismo día en que su padre fue asesinado. Cuando Rosita le dijo a su madre y su hermana acerca de la muerte de su padre dos días más tarde, su hermana dijo: "¡Gracias a Dios!" y su madre con calma dijo: "Yo sabía, lo sabía, lo sabía."

 

Zarrin Muqimi
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Zarrin Muqimi, con 28 años, tenía una voz melodiosa y resonante. Uno de sus interrogadores dijo que en lugar de tener la licenciatura en idioma, ella debería haberla tenido en discurso público. Como Simin Sabiri, defendió la Fe vigorosamente durante sus interrogatorios a causa de su profundo conocimiento de los Escritos. En un momento, después de que sus interrogadores no pudieron convencerla con argumentos, comenzaron a insultar la Fe con un lenguaje grosero. Ella comenzó a llorar y les dijo: "No importa si ustedes lo aceptan o no, yo soy Bahá’í. Ustedes no podrán cambiar eso en mí. Soy Bahá’í con todo mi ser y con todo mi corazón." Al parecer, las autoridades estaban profundamente resentidas por el conocimiento que ella tenía de la Fe y a menudo era interrogada a solas.


Sra. Tahirih Siyavushi
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Tahirih Siyavushi, de 32 años, también sirvió en la Asamblea Espiritual Local en Shiraz. Ella era enfermera y había memorizado El Libro más sagrado de Bahá'u'lláh, el Kitab-i-Aqdás, el cual es el Libro de las Leyes de la Fe Bahá'í. Tanto ella como su esposo, Jamshid, fueron detenidos y posteriormente martirizados. Tahirih era enfermera y fue utilizada por las autoridades de la prisión para cuidar de los demás presos.

Cuando las autoridades de la prisión juntaron a los prisioneros Bahá’ís en febrero, Tahirih vio a su marido por primera vez desde su detención. Había sido golpeado tan duramente que casi no pudo reconocerlo. Ella no pudo dormir esa noche. Las autoridades de la prisión no creían que iba a pasar de la noche y los guardias sintieron tanta lastima por él que pidieron a Tahirih que le llevara algo de fruta. Pero era incapaz de comer. Se recuperó un poco, sólo para ser ahorcado dos días antes que ella. Cuando Tahirih supo que ella también iba a ser ejecutada, le dijo a su familia que estaba aliviada y feliz. Cuando vio a su padre por última vez, ella le dijo: "Mira lo hermosa que soy. Mírame bien". Ella estaba riendo.

 

Shirin Dalvand
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Shirin Dalvand tenía 25 años de edad, con un título de posgrado en sociología de la Universidad de Shiraz. Ella era una estudiante tan excepcional que algunos de los profesores citaban su tesis a pesar de que sabían que era una Bahá’í. Shirin amaba las flores y siempre tenía una flor o una hoja verde en su habitación. También amaba el mar y visitaba la playa tan a menudo como le fuese posible.

Shirin había insistido en permanecer en Shiraz a pesar de que su familia vivía en Inglaterra y podría haber abandonado el país. Ella decidió quedarse a vivir con sus abuelos con el fin de continuar sirviendo a la comunidad. Aunque Shirin era básicamente tímida y sensible, todo su carácter cambió cuando estuvo bajo interrogatorio. Una vez, cuando se le preguntó cuánto tiempo iba a resistirse a negar a la Fe, dijo ella, "¡Hasta la muerte! Espero que la misericordia de Dios me permita permanecer firme hasta el último aliento de mi vida."

 

Akhtar Sabit
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Akhtar Sabit era una enfermera graduada con una disposición muy amable. Teniendo 20 años, era la segunda más joven del grupo. Ella también enseñaba clases Bahá’ís. Cuando se le preguntó acerca de su sentencia, dijo: "No importa, no estoy preocupada. Pase lo que pase, estoy contenta con la Voluntad de Dios."

 

Mahshid Nirumand
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Mahshid Nirumand, de 28 años, era graduada en física en la Universidad de Shiraz. Ella fue ridiculizada por su interrogador por su grado académico. Él dijo: "¡Qué gran educación! ¡Licenciada en física! Y aquí estoy yo, cuestionándote, y yo ni siquiera tengo un diploma de escuela secundaria." Mahshid fue muy fuerte durante toda su permanencia en la cárcel y a menudo compartía su comida con las demás presas y les animaba a ser firmes. Antes de ser encarcelada, había sido consejera juvenil y miembro de varios comités de servicio Bahá’í.

 

Simin Sabiri
Ahorcada el 18 de junio 1983.

Simin Sabiri fue una de las más osadas del grupo, quién había sido miembro del Comité de Estudios Bahá’í en Shiraz, responsable de la formación continua de los Bahá’ís sobre la Fe y sus escritos. Durante sus interrogatorios, ella constantemente trataba de refutar las acusaciones y la desinformación de sus interrogadores. Durante su estancia en la cárcel, ella era conocida por ser fuerte y resistente y nunca haber expresado tristeza.

 

He aquí una mujer mas que debe ser mencionada por su heroísmo - Sra. Tuba Za'irpour, quién fue martirizada con el padre de Mona, el 12 de marzo de 1983. La sra. Za'irpour tenía 56 años y era sumamente educada, con una licenciatura en literatura persa. Ella había estado a cargo de las clases Bahá'ís de Shiraz, en las que los alumnos estudiaban los escritos Bahá’ís, las religiones comparadas y el idioma árabe.

Mientras estaba en prisión, la Sra. Za'irpour compartió su conocimiento de la Fe con los demás. Ella tenía una fuerte influencia sobre una mujer musulmana, quién más tarde dijo a los Bahá'ís lo mucho que respetaba a la señora Za'irpour. Durante su encarcelamiento, la señora Za'irpour fue torturada con el bastinado por las autoridades de la prisión durante tres días sucesivos. Sus pies estaban tan dañados que no podía caminar y pidió a los guardias que le permitieran caminar sobre sus rodillas, pero le negaron su petición, causándole un gran dolor el desplazarse. Una de las mujeres musulmanas que era su compañera de celda dijo a los Bahá’ís que a pesar de que la señora Za'irpour estaba tan débil que le temblaban las manos y apenas podía peinar su cabello, nunca se quejó.

EL ÚLTIMO BESO

Las familias de las mujeres se enteraron de los ahorcamientos de sus seres queridos a la mañana siguiente, el 19 de junio. La madre de Mona y Taraneh finalmente tuvieron éxito, después de muchas dificultades, en conseguir permiso para ver los cuerpos. La Sra. Mahmudnizhad, quién había sido su compañera hasta los últimos días, besó a cada mujer en la mejilla y luego dijo: "Me gustaría que todo el mundo pudiese ver a través de mis ojos cómo estos cuerpos sin vida dan testimonio del amor de la Bendita Belleza."

Taraneh relató más tarde:

"Fue un día amargo y por última vez, sin tener un grueso cristal de por medio, bese el hermoso y tranquilo rostro de mi querida hermana y me despedí de ella. Con todo mi corazón, yo estaba esperando que una vez más abra los ojos y me sonría. Pero sé que ahora, para siempre, ella nos está observando con una sonrisa eterna y, si derramo lágrimas solamente la molestaría. Así que, mi querida Mona, por ti y por el amor que tienes por Bahá'u'lláh y por la humanidad, sonrío para que la gente sepa por qué sacrificaste tu vida y por qué todos esos seres queridos dieron sus dulces vidas en Su camino. "

Un joven, que pudo ver los 10 cuerpos después de su ahorcamiento escribió:

"Cuando me encontraba en la morgue, sentí como si fuera a explotar. No podía dejar de llorar durante todo el tiempo que estuve allí... cuando entré, lo primero que vi fue el rostro inocente de Mona, acostado con la cabeza apoyada en el hombro de Mahshid, y Mahshid parecía como si estuviera en un sueño profundo y pacífico.

A la derecha de Mona estaba Shirin, tan hermosa, testigo de la injusticia, con los ojos cubiertos por una venda - ¿por qué? nunca supimos.

"Roya, sus ojos bien abiertos, parecían estar mirando a los seres humanos mutilados deambulando a su alrededor. Con el rostro pleno de fidelidad, tratando de hacerme entender y dejar que el mundo supiera que los mataron con el fin de destruir su amor. Pero lo que no podían entender era que el amor nunca muere y que una persona que ama está siempre viva.

"Luego estaba la señora Yalda'i, con su familiar y cariñosa sonrisa. A pesar de las marcas negras en su rostro, ella seguía siendo fácilmente reconocible. Su blanco cabello extendido sobre su rostro. Sostuve su cabeza entre mis manos y besé su frente. Me parecía como si aún estuviese viva, llena de vida y de amor.

"Y Simin, que siempre estaba llena de vida y una risa sonora, yacía allí silenciosamente. A su lado estaba la señora Ishraqi, modelo de sinceridad, amor y amistad.

"Y, por último, en un pequeño cuarto apartado de los demás, estaba Zarrin, ejemplo de fortaleza y fidelidad.

"No podía creer que nunca las volvería a ver. Hice una pausa por un momento en el umbral y les prometí a todas que iba a continuar su trabajo sirviendo a la humanidad."

El ahorcamiento de las mujeres conmocionó a toda la ciudad. Una persona escribió que, "Shiraz olía a sangre, a amor y devoción... Las familias estaban todas atónitas y boquiabiertas. Todos estaban expectantes, esperando escuchar de más ejecuciones todos los días. Dos o tres días después se celebró un servicio conmemorativo para las mujeres martirizadas. La gente venía en grupos con ramos de flores. No tenían ningún pensamiento sobre el peligro para ellos. No puedes imaginar la conmoción en Shiraz. No se podía encontrar flores en ningún lugar en toda la ciudad. Donde quiera que íbamos a comprarlas, la gente preguntaba si las queríamos para las "Novias de la Ciudad"! Sus familias eran fuertes y nos contaron historias de la devoción de los que habían muerto. Sus elevados espíritus verdaderamente desconcertaban a todo aquel que entraba en contacto con ellos."

EPÍLOGO

Durante su última visita, Taraneh se dio cuenta de que Mona pronto sería ejecutada y que estaba completamente preparada. Le dijo: "¡Tú vas a ser ejecutada también!" Y Mona respondió con calma: "Losé. Lo sé", y añadió: "Taraneh, tengo un pedido para ti. Quiero que ores por nosotros para que vayamos al campo de nuestra ejecución danzando."

Taraneh consintió y Mona continuó: "Tengo una petición más para ti, y es que ores por mí para que la Bendita Belleza me perdone por todos los pecados que he cometido antes de mi ejecución. ¡Luego me pueden tomar!" En ese momento, Mona estaba llorando y riendo al mismo tiempo, hablando de su ejecución como una conclusión inevitable a pesar de que aún no había sido condenada.

Taraneh luego pasó el teléfono a su madre y fue a hablar con Tahirih Siyavushi, quien le aseguró que Mona estaba bien. La madre de Mona tomó el teléfono y después de una breve charla, Mona le dijo: "Madre, mañana seremos las invitadas de la Bendita Belleza." La madre de Mona tenía una expresión atónita en el rostro. Cuando Taraneh vio eso, tomó el teléfono de su madre, diciendo: "Tú has estado con ella durante cinco meses, ahora es mi turno de hablar con ella un poco más."

Entonces ella le repitió lo mismo a Mona, quien le dijo en voz alta: "¿Sabes qué es lo que me hace tan feliz?" Taraneh respondió: "No, dímelo" Mona dijo: "Lo que me hace feliz es que veo que hemos sido elegidos por Dios para ser fuertes." Hizo una pausa y continuó: "Querida Taraneh, dale mis saludos a toda la familia y amigos. Besa a todos ellos por mí. Tengo los rostros de todo el mundo en mi mente, pero no se me permite que los nombre." Luego se refirió a la hija del Taraneh, Noora [15], que estaba con su madre, y le dijo: "Levanta a Noora para que sea como nuestro padre." Taraneh la miró en silencio y dijo para sí: "No, Mona, la levantaré para que sea igual que tú."

[Traducción Realizada por Alicia (Argentina)]


FOOTNOTES

1 - The Baha'i Faith has no clergy. The community around the world is administered at the municipal and national level by elected institutions called Spiritual Assemblies.

2 - Meetings that are held every 19 days, at which the local Baha'i community comes together to pray, consult and enjoy fellowship.

3 - A term for the Prophet-Founder of the Baha'i Faith, Baha'u'llah, whose name means "Glory of God".

4 - A Baha'i institution that serves to teach and protect the Faith.

5 - The age at which individuals make their own personal decision to declare -their membership in the Baha'i community.

6 - One of the much-loved central figures of the Baha'i Faith and the son of the Founder, Baha'u'llah. His life and writings are regarded as a source of inspiration and insight into the teachings of the Baha'i Faith.

7 - Mr. Mehdi Anvari was executed in Shiraz on March 17, 1981.

8 - The paper is held between the guard and the Baha'i prisoner because they believe that Baha'is are unclean and should not be touched.

9 - Mrs. Tuba Za'irpour was executed in Shiraz on March 12, 1983 along with Mona's father and Mr. Rahmatu'llah Vafa'i.

10 - Numbering in reality approximately 3 million.

11 - International elected governing body of the Baha'i community.

12 - One of the poetical works of Baha'u'llah which describes the different stages every human being passes through in gaining an understanding of God.

13 - Mrs. Yalda'i was later hanged with Mona.

14 - Dr. Bahram Afnan, Mr. Bahram Yalda'i, Mr. Jamshid Siyavushi, Mr. 'Inayatu'llah Ishraqi, Mr. Kurush Haqbin, Mr. 'Abdu'l-Husayn Azadi.

15 -  The name Noora means "light" in Persian.